“Somos jóvenes ignacianos
heredamos la tradición de San Ignacio de Loyola, quien nos inspira con su modo de seguir a Jesús y participar en la Iglesia
en formación,
porque tenemos mucho que aprender de los demás y muchos aspectos en los cuales crecer
llamados por Jesús
nos sentimos invitados por él a ser sus compañeros
a compartir la vida en comunidad
abriendo el corazón, dejándonos acompañar por otros, apoyándonos unos a otros, complementando nuestras riquezas. Queremos aprender a ser comunidad entre nosotros, para hacer un mundo más comunitario en otros lugares.
y en la Iglesia
porque somos católicos y queremos hacer de nuestra Iglesia una comunidad donde se viva con pasión nuestra fe. Sus problemas son nuestros; sus triunfos, también.
Nuestra misión es construir el Reino de Dios
Porque ese es el proyecto de Jesús, donde caben todos los hombres y mujeres.
trabajando por la justicia para los más necesitados,
Queremos hacer la justicia que brota de la fe, la justicia que busca Dios como Padre, aquella que se ocupa y preocupa de los más débiles del pueblo
con nuestro testimonio
queremos ser coherentes entre lo que decimos y lo que hacemos, viviendo el Reino en todos los ámbitos de nuestra vida. Sólo así hacemos presente a Jesús y nuestro testimonio se hace creíble
de alegría
La alegría nos brota porque reconocemos a Dios actuando en la vida nuestra y de otros. Eso nos da esperanza.
y servicio apostólico”.
Buscamos servir a todos, sin distinción.
Nosotros, miembros de esta comunidad CVX….
Queremos colaborar en la renovación del mundo que busca Jesús. Pero el modo de hacerlo no es indiferente: buscamos hacer las cosas como Jesús las haría. Para ello es que hacemos oración, para conocer a Jesús “como un amigo conoce a otro” cf. EE
Sabemos que muchas cosas son buenas, pero nosotros queremos elegir “lo que más conduce” a nuestra misión. Ponemos nuestra creatividad y tiempo en eso, sabiendo que elegir nos significará dejar otras cosas.
Nuestros dones no los entendemos para nosotros mismos. Cultivamos nuestros talentos y riquezas, estudiamos con seriedad, para no sólo servir, sino prestar el mejor servicio.
La misión de Jesús hoy es continuada en la Iglesia. Nuestro seguimiento de Cristo se concreta en una colaboración con ella y sus pastores, participando “desde dentro”. Reconocemos su fragilidad, tanto como la nuestra, y ponemos nuestro empeño en hacerla mejorar, porque la queremos y queremos que sea fiel a su misión.
Nuestra sencillez y austeridad en el uso de los medios hablan de la libertad que tenemos ante las cosas y nos abren las puertas para relacionarnos con los demás. Queremos ser “amigos en el Señor” de los hombres de cualquier condición, en particular de los empobrecidos, en quienes vemos a Cristo.
Reconocemos nuestra vida como un regalo de Dios. Creemos que ella nos ha sido dada para entregarla en bien de los demás. Esta gratitud nos permite reconocer que todo lo que tenemos es don de otros, por lo cual el orgullo no tiene sentido en nuestras vidas.
La esperanza en momentos de dificultad nos permite ser fieles a nuestra misión aun en los momentos más difíciles. No se trata de una esperanza ingenua, sino de la confianza de quienes saben que “nada nos separará del amor de Dios”. Es la libertad de quienes confían en que Dios sabrá cómo triunfar en medio del dolor o del fracaso.